Con el título de: “Con pensiones como esta (315 dólares) los chilenos se preguntan cómo van a jubilarse”, el diario estadounidense New York Times, a través de un extenso reportaje que incluyó testimonios de jubilados que asistieron a la última marcha contra las AFP, criticó duramente el sistema privado de pensiones chileno, (que sólo tienen 9 países del mundo), revelando que la gente tiene que seguir trabajando después de jubilarse mientras los privados obtienen enormes ganancias con sus ahorros. (Algo que explicó con manzanitas Daniel Matamala). Parte del reportaje señala:
El descontento sobre las pensiones en Chile se ha estado acumulando durante años. La razón: la mayoría de la gente debe seguir trabajando aún después de su edad de jubilación mientras las empresas privadas han obtenido enormes ganancias invirtiendo los ahorros de seguridad social de los chilenos. El enojo alcanzó su punto máximo en julio, cuando los chilenos supieron que la exesposa de un dirigente del Partido Socialista recibía una pensión mensual de casi 7800 dólares (más de 5.000.000 de pesos chilenos) después de jubilarse de Gendarmería. La cifra empequeñece la pensión mensual promedio de 315 dólares, lo cual es mucho más bajo que el salario mensual mínimo de 384 dólares (poco más de 257.000 pesos chilenos). En un país ya sacudido por la corrupción política y empresarial generalizada, esta fue la gota que derramó el vaso.
En 1981, la dictadura de Pinochet privatizó el sistema de pensiones de reparto, en el que los trabajadores, empleadores y el gobierno contribuían. Bajo el sistema privatizado, que el presidente George W. Bush llamó un ejemplo a seguir, los trabajadores deben destinar el 10 por ciento de sus ingresos a cuentas individuales administradas por empresas privadas conocidas como Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). Las administradoras invierten el dinero y les cobran a los trabajadores una comisión por las transacciones y otras cuotas. Los empleadores y el gobierno no contribuyen a las cuentas de los trabajadores.A los chilenos se les dio la opción de permanecer en el antiguo sistema o cambiarse al nuevo. La mayoría se cambió, pero quienes entraron a la fuerza laboral después de 1981 deben afiliarse al sistema privado (las fuerzas armadas y la policía fueron exentas del cambio y hoy disfrutan pensiones varias veces más altas que las disponibles en el sistema privado).
Los fondos invertidos por las administradoras contribuyeron al desarrollo de los mercados de capitales en Chile, lo cual estimuló el crecimiento económico y ha tenido retornos razonables. Hoy seis AFP —la mitad de las cuales son propiedad de empresas extranjeras— controlan 171 mil millones de dólares en fondos de pensiones, el equivalente a cerca del 71 por ciento del producto interno bruto de Chile, de acuerdo con la superintendencia de las AFP. Sin embargo, el sistema privatizado no ha logrado brindar pensiones dignas para la mayoría de los jubilados. Si la bolsa de valores se hunde o las inversiones salen mal, los ahorros de los trabajadores y los cheques de las pensiones de los jubilados también caen.
Y esto es lo que tenemos que entender sobre las AFP: ¿Por qué entregan pensiones tan bajas y los jubilados se ven obligados a seguir trabajando? Porque jamás fueron creadas para entregar pensiones, sino que para financiar a los grandes grupos económicos. Por eso es que mientras no acabemos con las AFP seguiremos recibiendo pensiones de miseria