Hace unos días me robaron el celular. No fue en la calle, no fue en el metro. No me «cogoteraon», tampoco fue un «lanzaso». Fue en la biblioteca. Fue en el colegio. Muchos pensaron que debía llamar a los pacos, pero jamás permitiría que esas bestias tratasen a mis estudiantes como delincuentes, más cuando el colegio donde trabajo es de población, y bien sabemos como esos desclasados de verde amedrentan y abusan de su propia gente, gente que bien podría ser vecina o familiar de esos que se creen «los guardianes del orden y la ley». Los pacos no. Nunca fueron opción.
Reconozco que me dolió, y mucho, y no precisamente por la plata, que confieso me complica bastante (pues comprenderán que el sueldo de un profe no es de los más «elevados»), sino que lo que caló profundamente en mi, fue el que hayan chiquill@s capaces de robarle a su propia clase. Cabr@s, les dije, yo soy trabajadora como muchos de sus viejos y viejas, y como clase trabajadora, las cosas nos cuestan y harto. Entiendo, sí, que a veces la necesidad es mucho más fuerte en sectores donde hay quienes ni para comer tienen, pero hacerse las monedas con alguien que, además, tiene historia y vida en sus propias barrios, no corresponde.
Siento que ese diálogo fue fundamental, pues hay toda una ideología operando en la mente de nuestr@s muchach@s, en donde el «sálvese quien pueda» es madre de esa «viveza» que algunos mal entienden. Espero, aún, que quien haya sustraído mi celular -que mayor brillo no tenía por lo demás- se acerque a conversar con la profe que les ha demostrado que otro tipo de relaciones pueden establecerse en medio de la profunda pobreza, marginalidad, injusticia y desigualdad que SON LAS ÚNICAS Y VERDADERAS CULPABLES DEL ROBO DE MI CELULAR. Es por eso que debemos cambiar, radical y organizadamente, esta sociedad y, por lo mismo ¡urge una educación gratuita, estatal y al servicio de los trabajadores y el pueblo! Sin duda alguna, sigo confiando plenamente en mis querid@s estudiantes, porque el porvenir tiene que ser de ellos, tiene que ser nuestro.