Aldo Duque es uno de los personajes más repugnantes de la política nacional. Conocido actualmente por su racismo y fascismo, pocos conocen que el actual militante de Evópoli no sólo fue un funcionario de la Dictadura Cívico-Militar, también fue amigo y amante del oscuro químico de la DINA, Eugenio Berríos. Notas de El Mostrador y Ciper Chile detallan:
Duque fue un hombre estrechamente ligado al régimen militar y a uno de sus oscuros personajes: Eugenio Berríos, el ex químico de la DINA asesinado en Uruguay. Así se desprende de las declaraciones que obran en el proceso instruido por el ministro en visita Alejandro Madrid por la muerte de Berríos. Quizá nadie ha reparado en ello, pero Duque también fue oficial sumariante en la Justicia militar durante la dictadura y apareció entregando una remozada versión de sus vínculos con Berríos pocas semanas atrás en el programa Informe Especial de TVN.
La relación de Aldo Duque con Berríos comenzó en los ochenta, cuando el ex agente de la Dina enfrentaba serios problemas económicos, aunque era ya propietario de la panadería San Pancracio de la calle Carmen, heredada de una tía. Una mañana, los panaderos que trabajaban en el negocio de Berríos tuvieron un problema con Carabineros y fueron a parar a la justicia militar. Allí fue justamente Aldo Duque el encargado de tomarles declaraciones y así fue como el abogado conoció en esas dependencias a la «novia» de Berríos, la bailarina del Cabaret 1100, Viviana Zurita, quien hacía poco se había cambiado el nombre a Viviana Egaña Bonnefoy.
Berríos siguió teniendo problemas, esta vez por giro doloso de cheques. Para evitar ser notificado, decidió cambiar de domicilio y arrendó un departamento en avenida Bilbao hasta donde llegaban conspicuos agentes del régimen, como Armando Fernández Larios, entre otros. Ahí la cocaína corría a raudales y según diversos testimonios, Aldo Duque era un habitué. El abogado no perdía su tiempo y entabló una relación amorosa con Viviana Egaña. Pero su relación con la mujer Berríos no fue un impedimento para seguir frecuentando el círculo del ex químico.
Amante de Eugenio Berríos
Uno de los mejores amigos de Berríos de sus tiempos de Patria y Libertad, el ex oficial David Morales Lazo, relató más tarde: “Berríos fue interrogado por el general Héctor Orozco y en esa oportunidad me confidenció que la fórmula del sarín la había entregado al Alto Mando, al Complejo Químico Lo Aguirre”. Pero en 1977 Berríos trabajaba en el Complejo Químico e Industrial del Ejército en Talagante, como funcionario civil del Ejército. Su misión fue perfeccionar un arma química: el gas sarín. Sin embargo, ya no era el mismo. Su afición al alcohol, a las juergas, a la droga y a la vida licenciosa, unida a todos los secretos que llevaba consigo sobre la acción oculta de la DINA, lo habían convertido en un ser inestable y peligroso. No podía andar solo. Cautelando que los secretos se mantuvieran resguardados, lo seguía como su sombra Remigio Ríos San Martín, ex integrante de la Brigada Mulchén, quien usaba la identidad de “Alberto Arroyo”.
Berríos estaba casado con una ex vedette a la que le cambió la identidad para intentar sepultar su pasado, convirtiéndola legalmente –con la ayuda de sus contactos– en Viviana Egaña Bonnefoy. En su poder él llevaba también una cédula de identidad falsa, con su foto, pero con el nombre de Hermes Bravo. Lo que Viviana no pudo olvidar fueron sus arrebatos de violencia. “Un día peleamos con Eugenio y éste, muy enojado, sacó de un mueble un frasco muy pequeño de perfume y me amenazó. Mostrándome el frasco me dijo: sabe ‘Pellito’ (el sobrenombre que le puso), si usted se porta mal yo la mato con esto”. En 1986, la relación de Eugenio Berríos y Viviana Egaña llegó a su fin. Ella declaró ante los tribunales que lo sorprendió en la cama con otro hombre. Su nueva pareja, el abogado Aldo Duque, a quien Berríos conoció cuando Duque trabajaba en la Tercera Fiscalía Militar y quien se convirtió en su amigo.