Lo dijo hace poco el profesor Bruce Ackerman, uno de los mayores expertos en derecho constitucional: El proceso que vive Chile es histórico y puede servir de ejemplo para todo el mundo. En este contexto, The Guardian también quiso ser parte de esto, y entrevistó a la candidata a constituyente Antonia Orellana. Parte del artículo señala:
Las activistas por los derechos de las mujeres en Chile dicen que la nueva constitución catalizará el progreso de las mujeres en el país y podría establecer un nuevo estándar global para la igualdad de género en la política. En una votación de dos días que se realizará este fin de semana, los chilenos elegirán una asamblea de ciudadanos de 155 miembros para redactar una nueva constitución, la primera en todo el mundo en ser escrita con la misma cantidad de hombres y mujeres. “Es un momento que cambia las reglas del juego, como cuando las mujeres ganaron el derecho al voto”, señaló Antonia Orellana, de 31 años, quien se postula como candidata a constituyente.
La nueva constitución para Chile surgió tras las protestas en octubre de 2019, cuando los llamados a la igualdad, el acceso justo a la salud, las pensiones y la educación se ampliaron a una demanda por cambios estructurales. La constitución actual, redactada en 1980 durante la dictadura de Pinochet y escrita principalmente por un abogado católico conservador, Jaime Guzmán, prioriza una economía impulsada por el mercado, y ha sido ampliamente criticada por no garantizar adecuadamente la atención médica, la educación y las pensiones.
Durante las protestas, las mujeres estuvieron dentro de las mayores promotoras de una Nueva Constitución para consagrar la igualdad de derechos y una mayor participación pública. Si bien la constitución actual de Chile garantiza la igualdad y la no discriminación por razón de sexo, no garantiza los derechos de las mujeres a la igualdad en el matrimonio y estipula la protección “de la vida por nacer”, una cláusula que ha arruinado el acceso al aborto legal y seguro en el país.
Orellana, periodista y fundadora del partido político feminista Convergencia Social, señala que su compromiso con los derechos de las mujeres se reforzó después de experimentar un aborto clandestino hace más de 10 años. Donde llegó sangrando a la urgencia de un hospital y un médico la amenazó con denunciarla a la policía. En ese momento, Chile tenía las leyes de aborto más estrictas del mundo, prohibidas en todas las circunstancias. Once años después, el progreso ha sido lento, y el acceso al aborto sólo se permite en casos limitados. Orellana está haciendo campaña por una constitución que incluya diversos derechos reproductivos y sexuales, “no sólo los derechos a la salud considerados desde la perspectiva masculina”, expresó.
Aleta Sprague, analista legal del World Policy Analysis Center, detalló que la asamblea tiene mucho potencial para la igualdad de género. La nueva constitución será la primera redactada a raíz de los movimientos globales #MeToo y una ola de activismo feminista en América Latina, lo que ha generado protestas contra el feminicidio y a favor del aborto legal en toda la región. “En este momento, hay un reconocimiento creciente de la gama completa de derechos necesarios para asegurar la igualdad de género”, señaló citando como ejemplos la autonomía corporal y la libertad de las mujeres frente a la violencia.
Los chilenos votaron por una mayoría abrumadora del 79% a favor de una asamblea ciudadana elegida por el pueblo con paridad de género, a diferencia de una asamblea mixta de políticos y ciudadanos sin una cuota de género regulada, durante un referéndum en octubre de 2020. Para Orellana, el aumento en el apoyo a la paridad demuestra que la igualdad de género es mucho más que una demanda de nicho. “El feminismo en Chile no se limita a una sola organización, sino que forma parte de una conversación pública más amplia. Es flexible y se ve en muchos niveles».
La abogada estadounidense y coautora del informe de 2018 “Una guía para mujeres para la elaboración de una constitución”, Nanako Tamaru, detalló que el proceso constitucional de Chile se está distanciando significativamente de los escenarios tradicionales de elaboración de constituciones. “Cuando los partidos líderes escriben una constitución preservan el poder para ellos mismos”. “La paridad es un gran problema”, señaló, citando ejemplos de participación de mujeres en la reciente redacción de las constituciones de Túnez y Zimbabwe, en 2014 y 2013 respectivamente. «Cuando hemos visto más mujeres y una representación más diversa, se abordan los problemas más amplios en torno a los derechos humanos».
En Chile, las candidatas constitucionales feministas enfatizan que la paridad en la nueva constitución no sólo beneficia a las mujeres, sino a cualquier grupo minoritario que haya sido excluido de los espacios políticos, incluidas las comunidades indígenas del país, los grupos LGBT y las personas disconformes de género. “Se trata de paridad de poder más que de una interpretación binaria de hombres o mujeres”, dijo Amaya Alvez, de 50 años, profesora de derecho que se presenta como candidata en Concepción. Orellana reconoció que no todas las mujeres en la asamblea compartirán valores feministas, pero mantiene la esperanza de un cambio. «Es hora de anclar el feminismo y usarlo para abrir la democracia», señaló.