Entregar cajas de alimentos en vez de depositarle dinero de manera directa a las cuentas de las personas siempre fue una pésima política, partiendo porque era mucho más costosa, más lenta, menos eficiente, y que se iba a prestar para que robaran como locos. Dicho y hecho, las famosas cajas no le llegaron a casi nadie, y más encima se compraron a obscenos sobreprecios. Una nota de El Desconcierto puntualiza:
La Contraloría General de la República detectó sobreprecio en canastas de alimentos adquiridas por parte del Gobierno, en el marco del Plan Alimentos Para Chile, política impulsada debido a la crisis económica derivada de la pandemia. De acuerdo al informe, cuyos datos fueron recogidos por el Diario Financiero, advierten significativas diferencias entre el gasto promedio de las canastas familiares versus otros precios alternativos observados entre el 18 de mayo y el 30 de junio del año pasado.
Las regiones donde se detectaron las mayores índices de sobreprecio en canastas de alimentos fue en Tarapacá, con 44,3%; Maule, con un 38,2%; y Antofagasta, con un 35,7%. La brecha promedio en tanto se ubicó en un 15,6%. El análisis del ente contralor arroja que si bien en Tarapacá la compra pudo haber costado $28.693 por canasta, se compró a un precio de $51.524 por unidad. En Maule, se gastó $36.820 por caja frente a una alternativa promedio de $22.753. En Antofagasta en tanto, el valor promedio menor fue de $26.783, pero se incurrió en un fasto de $41.643 por canasta.