Si José Antonio Kast hubiese salido presidente, tendría exactamente el mismo nivel de desaprobación que Gabriel Boric. El próximo presidente, sea quién sea, le pasará exactamente lo mismo que a Bachelet y a Piñera, cuyos gobiernos también quedaron cojos a menos de un año de ser electos. ¿Cómo puede ser esto posible? Porque el Sistema Presidencial está completamente obsoleto. Lo explicamos en simple:
En un Sistema Presidencial, la máxima autoridad del país SIEMPRE tendrá al Congreso en contra, ya que los parlamentarios no tienen ningún incentivo para ayudarlo. El resultado lo hemos visto los últimos 15 años: Gobiernos paralizados que no pueden hacer nada de lo que prometen generando desconfianza y frustración en la población. El Sistema Parlamentario en cambio, promueve los acuerdos para darle gobernabilidad al país, y si por algún motivo fracasa, se acaba el gobierno y el parlamento tendrá que buscar alianzas para generar un nuevo gobierno.
Otro beneficio del Sistema Parlamentario: Dificulta extraordinariamente la llegada al poder del caudillo populista de turno, algo que como hemos visto, es habitual en los países bananeros de Centro y Sudamérica. Por supuesto que ningún sistema de gobierno es infalible si la gente vota por payasos, por lo mismo, con un Sistema Parlamentario los partidos políticos tendrán que ponerse mucho más serios a la hora de seleccionar a sus candidatos al Congreso, ya que si llenan de Gonzalo de la Carreras, Florcita Motudas o Doctora Corderos, nadie pactará con ellos para gobernar.
Chile lleva tanto tiempo en crisis porque el Sistema Presidencial está completamente obsoleto. No es casualidad que la gran mayoría de los países desarrollados tenga Sistema Parlamentario, ya que entregan mucha más gobernabilidad, estabilidad y permite salir de las crisis de manera mucho más eficiente, sencilla y sin generar traumas. Si queremos sacar adelante al país y salir de la crisis de representación que se arrastra desde hace más de una década, adoptar un Sistema Parlamentario es la única salida.
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